lunes, 5 de abril de 2010

RELATOS CORTOS

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Aquí tenéis otra entrega de relatos cortos. Esperamos que os guste y deleite su lectura.

FLOUNDER

Cuando yo era muy pequeña, tan sólo contaba con unos pocos días de edad, me regalaron un juguete, mi primer juguete. Era un pez al que yo llamaba Flounder, un peluche de tela amarillo y azul. Me encantaba Flounder y siempre lo llevaba conmigo. Cuando crecí, ya no jugaba con Flounder. Lo metíen un cajón de mi casa de Polonia y ahí se quedó.

Cumpli 15 años y nos mudamos a Nueva Zelanda. Al empaquetar mis cosas vi a Flounder, roto, en el cajón. Me acordé de cuánto lo quería cuando era pequeña y lo rescaté del cajón. Tenía una aleta, la derecha, rajada. Terminé de empaquetar mi cosas y metí a Flounder en mi bolsa.

Me dormí en el avión y al despertar tenía a Flounder en mi regazo. Lo tomé en mis manos y me ocurrió algo muy extraño. Estaba en medio de una calle desierta. Todos los establecimientos cerrados. De repente una mujer salió de un callejón oscuro. Llevaba una túnica negra muy larga y tenía unos profundos y tristes ojos oscuros. Llevaba una niña pequeña de la mano, rizos color oro y mi Flounder en una mano. Parecía muy asustada y lloraba. La mujer la consolaba, pero a mi no parecía verme. Entonces la niña clavó en mi su mirada. Señaló a Flounder y luego a mí. Entonces la visión desapareció.

Volví a estar en el avión, pero Flounder ya no estaba en mi regazo. Una niña pequeña, exactamente igual que la de mi visión, jugaba con el en él asiento contiguo al mio. Le brillaban los ojos y parecía feliz, ya no estaba asustada ni triste. Me colocó a Flounder en la mano y se fue corriendo y riendo. Nadie pareció reparar en su presencia. Miré a Flounder y me habloó No entendi ni una palabra, pues hablaba iralandés o algo así.

Esa noche a las 10:30 de la noche llegamos a Nueva Zelanda. Me acosté temprano. Esa noche soñé algo extraño. Yo estaba en Irlanda, y la niña pequeña de rizos conrizos iba de mi mano. En la otra yo llevaba a Flounder. La niña me guió hasta un restaurante chino que hacia esquina. Se sentó en una esquina apartada y llamó a la mujer de la túnica negra. Ella se acercó a mi y se bajo la capucha. Tenií los ojos irritados, como si hubiera estado llorando. Me miró como si yo tuviera la solución a sus males. Entonces me desperté.

El día transcurrió sin nada nuevo, deshicimos las maletas, colocamos los muebles... Pero no solté a Fluonder en todo el dia. Cuando me acosté, volví a soñar con la niña. Estábamos ya en el restaurante chino, medio vacío, y con la mujer de los ojos azules, cada vez mas irritados. Entonces la niña habló:

-Necesito a Flounder-dijo.

Y la visión despareció.

A la noche siguiente, volví otra vez al restaurante.

-Necesito a Flounder-volvió a decir.

-¿Para qué?-le pregunté.

-Para poder morir en paz-dijo entonces la mujer.

-No lo entiendo-dije entonces, confusa.

-Cuando mori, Flounder estaba en mi mano, pero alguien me lo quitó y no me puedo ir hasta que vuelva a estar conmigo-explicó la niña.

-Yo soy su madre, y no puedo soportar verla sufrir, necesita avanzar...-la voz de la mujer se desvaneció.

-¿Qué debo hacer para ayudarte?-pregunté.

-Lleva a Flounder a la tumba sin nombre del cementerio del pueblo donde vives.

Me desperté.

Por la mañana temprano, fui al cementerio. Busqué la tumba sin nombre. Dejé el pez sobre la lápida y entonces se grabó un nombre en el mármol:


Mi nombre.



ROCÍO MARQUÉS 2º ESO A