jueves, 11 de febrero de 2010

CONCURSO RELATOS CORTOS

¿Os acordáis de la actividad que realizamos en el primer trimestre? Concretamente el 2 de Diciembre.

Bueno, os refrescaremos la memoria:

En esa actividad todos los alumnos/as de 2º ESO participamos en la fase local del Concurso “Relatos cortos” de Coca-cola.

Pues por fin tenemos la lista de los seleccionados para participar el día 17 de abril en Málaga en la fase provincial de dicho concurso.

L@s seleccionad@s son:

Andrea López Guerrero 2º A

Andrea Carolina González Rojas 2º A

Tatiana Hladyo 2º A

Rocío Rodríguez Pérez 2º B

Santiago Patarroyo 2º B

María Pérez Hernández 2º B

Rocío del Río Sánchez 2º C

Enrique Carmona Nazck 2º C

¡¡ENHORABUENA A TOD@S Y MUCHA SUERTE EN LA NUEVA FASE!!

Aquí os dejamos los relatos presentados de algunos de los alumnos/as seleccionados:

Sueños

En una noche fría y oscura yo estaba con mi enamorado en una pradera en el bosque.

Estábamos tranquilos. Era como si nadie estuviese alrededor. Era como si levitásemos mutuamente…

De repente; me despierto y veo que todo era un sueño…

¡Lástima porque el sueño me gustó!...

Pero ese no era el tema; lo importante era saber ¿quién era mi enamorado?. Aquel que me conquistó en sueños, aquel que me hacia levitar en sueños… ¿Quién era?

Después de unos minutos pensando en mi sueño…

Mi madre vino y me dijo:

-Kadri, venga el instituto te está esperando perezosa, ¡LEVÁNTATE YA!

-Vale- le respondí desperezándome

Cuando llegué al instituto mi mejor amiga, Alba, vino y me contó que había un chico nuevo en el instituto y que era muy guapo. Tal vez era guapo porque era nuevo y estaba de moda. Como siempre, eso suele pasar…

A primera hora nos tocaba Lengua. Como de costumbre la señorita venía regañando a todo el mundo, eso significaba solo una cosa: “ENFADO”

Ella venía con un niño escondido tras ella…

Mi subconsciente y yo estábamos preguntándonos si ese era el chico más guapo del instituto…

Bueno, estábamos ya en la clase y el chico nuevo se presentó. Se llamaba Gonzalo. Vino desde Inglaterra por el traslado de su padre y vivía en la casa más bonita del barrio…

Su primer día creo que le fue bien; se le acercó mucha gente y todo eso…

¡Claro, eso era típico de la clase!

Tres horas después, se me acercó y me miró. Sus ojos eran azules profundos. Era alto, de estructura física deportiva y moreno; y me dijo:

-Hola

-Hola- contesté yo

-¡Ey! Me puedes poner al corriente de todo lo que habéis hecho en clase- me preguntó

-Vale, encantada- le respondí

Quedamos en el parque a las 16:00 de la tarde para luego irnos a la biblioteca…

Después de unos quince minutos él llegó y nos fuimos a la biblioteca. Nos pasamos toda la hora hablando de nuestras vidas, menos de estudios ¡claro! …

Tres horas después ya estaba oscureciendo y me acompañó hasta la puerta de mi casa…

No despedimos y él se fue…

Al llegar a mi casa, mi madre me pregunto dónde había estado y quién era el chico que me acompañó hasta casa…

Yo le respondí rápidamente que era mi muevo compañero y que estaba en la biblioteca; porque si no le respondía se enfadaba y me regañaba ¡Típico!

Ya cayendo la noche, me fui a mi habitación y me dormí. Había sido un día agotador…

“Sentía la lluvia en mi cara, con la sombra de las nubes… y con claridad pude ver que mi enamorado era Gonzalo…”

Ese sueño fue muy corto, me desperté diciendo eso…

Como era sábado me fui al cine con mis amigas y de repente me dijo María:

-Ese ¿no es el chico nuevo? ¿Gonzalo, era? creo…

Yo le dije que no podía ser, que era imposible. Pero sí, era cierto. Era él… y ¡con su novia!…

Eso a mi me dolió muchísimo. Ya sé que era muy pronto para enamorarme así de él, pero… eso era incomprensible.

Desde ese día me di cuenta que el amor duele y que es como una noche en tu corazón y que pronto el amanecer se vería dentro…

Gonzalo era un AMOR IMPOSIBLE.

Andrea Carolina González Rojas 2º A

LA HISTORIA DE MI VIDA Y DE CÓMO SUPERÉ EL CÁNCER.


Hola me llamo Carolina y hoy os voy a contar mi historia.
Ahora tengo dieciocho años y puedo decir que he superado un cáncer. Tan sólo tenía doce años cuando me lo detectaron, Aunque dijeron que era ‘bueno’, Yo sabía que tarde o temprano iban a confirmarme que moriría.


Todo comenzó cuando yo tenía 12 años. Empecé a sentirme un poco mal. Me fatigaba cuando corría y por las noches apenas podía dormir. Mi madre empezó a preocuparse y me llevó al médico. Dijeron que tendrían que hacerme unas pruebas. Pasaron, quizás tres semanas, cuando me llamaron y dijeron que urgentemente fuese al hospital.


El hospital estaba delante de un gran bosque que daba sombra a los aparcamientos. Estuvimos quince minutos esperando y por fin entramos. Primero entró mi madre. Algo no iba bien pensé, y después de diez minutos, entré yo. Mi madre estaba mal, se lo noté. El médico fue el que lo comentó primero:

-Buenos días Carolina -suspiró- ¿Cómo te encuentras?

-Bien, gracias. Por favor, dígame ¿Qué pasa? Sé que algo no va bien…
-Bueno, la verdad, tienes razón. Quiero comentarte que… bueno… que tienes un pequeño cáncer de hígado. -noté mi cara pálida y fría- No te preocupes, lo superaremos. Pero ahora tienes que descansar ¿vale?

-Usted… ¿usted está loco señor? Seguro que está confundido; ¡no puede ser!
Noté las lágrimas cayendo por mi cara, mi carácter hizo que saliera corriendo del hospital, evitando a las enfermeras y al policía. Corrí hasta llegar al bosque donde caí derrumbada por el esfuerzo. Me senté a la sombra de un árbol. No sé cuántas horas pasaron, pero la claridad del día ya no estaba. Mi madre me encontró y juntas volvimos a casa. No hablamos, sólo nos miramos y con unas lágrimas nos lo dijimos todo.


A la mañana siguiente, al amanecer, mi madre me despertó y me abrazo. Su abrazo era frío, seguramente no habría dormido. Noté en mi cuello su cara húmeda. Se fue sin decir nada.

El día transcurrió como siempre. No fui capaz de decírselo a nadie, aunque me notaron muy triste.

Era un día de lluvia intensa, como si de mi estado de ánimo se tratara.
Me sentí mal y decidí volver al hospital. Al fin y al cabo no había nada perdido. Yo tenía la esperanza de curarme.


El doctor me recibió con una sonrisa que me iluminó un poco el día, aunque seguía lloviendo.

Me comentó cómo iba a ser el tratamiento. Primero tratamientos y después quimioterapia… si todo salía bien. De ser así, en un año o dos estaría curada, pero si no funcionaba…


Me derrumbé ante el doctor. El solo se limitó a acariciarme el pelo. Noté que mi madre también lloraba, pero apenas se la oía. Era como si el mundo se derrumbara encima de mí. Sentía tanto dolor. Es inexplicable. Ahora más que nunca desearía no existir o que todo fuese una pesadilla.

Empecé con el tratamiento en mayo. Las visitas al hospital eran tan frecuentes que parecía que vivía allí. El doctor estaba contento con mi evolución. Yo empezaba a sentir que la vida me sonreía.


En enero empecé con la quimioterapia. Estaba muy, muy asustada. Allí estaban mi mejor amiga Lucia, mi madre y el doctor. Salí un poco anonadada.
En marzo el pelo empezó a caerse. No sabía por qué, pero se caía. Empezaba otra vez a llover dentro de mí. Cada día me preguntaba ¿por qué a mí? No lo entendía. Yo no le había hecho ningún mal a nadie…
En diciembre acabé con la “quimio”. ¡Por fin! Estaba muy feliz. Lo del pelo quedó solucionado con un bonito pañuelo que me puso mi madre. El cáncer ya lo había superado. Estaba saltando. Era tan, tan feliz, que se lo contagié al doctor. Me lo dijo con lágrimas en los ojos. Ese día escribí en mi diario:


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Andrea López 2º A

La Excursión al Bosque.

Un día de febrero dos excursionistas salieron en busca de los tesoros naturales que contenía “el Bosque de la Laguna Oscura”. Allí había diferentes especies que no se ven a diario. Al adentrarse vieron un magnífico árbol que podría tener más de 10.000 años. Se acercaron y vieron que había unas letras grabadas en él. No lo entendían. Estaba en otro idioma que no conocían. Fueron a buscar la laguna para poder acampar allí, pero pasaron la noche buscándola y observando las maravillosas estrellas que se veían desde aquel bosque. Tras pasar la noche buscando la laguna, finalmente la encontraron. En ella se veía el sol que salía de su escondite. Se sentaron en una piedra y contemplaron aquel maravilloso amanecer. Sacaron la tienda de acampada y la montaron para poder dormir. Estuvieron varias horas durmiendo, pero se despertaron al oír la fuerte lluvia que caía fuera de la tienda. Decidieron irse a refugiarse debajo de un árbol que había cercano a la laguna. Pasaron dos horas bajo el árbol, pero seguía lloviendo. Desde el árbol contemplaban la sombra de las nubes en la laguna. Al pasar dos horas y cuarenta minutos cesó la lluvia, pero las nubes oscuras seguían allí. Tenían un mal presentimiento. El día siguiente amaneció soleado y decidieron seguir con su excursión por el bosque. Vieron que la laguna siempre estaba oscura, aunque hiciese sol… Se preguntaban el por qué de aquella oscuridad. Circulaban muchas leyendas acerca de ese misterio. Pero ellos no creían en esas milongas; hasta que al cuarto día descubrieron un poblado deshabitado con muchos árboles tallados y escritos. De ahí venía el árbol que encontraron al principio del bosque. Decidieron entrar, pero tenían un poco de miedo. No había nada, sólo cabañas derrumbadas y objetos rotos y oxidados por la lluvia. Decidieron ir a la ciudad a informar de la existencia de aquel poblado, pero no lo consiguieron… Los descendientes de los que vivían en aquel poblado los vieron allí, en la ciudad, y decidieron acabar con ellos para que no se supiese que sus antepasados y ellos vivían allí. Además de asegurar que el misterioso fenómeno de la oscuridad en la laguna, siguiese siendo un secreto.

Rocío del Río 2º C

EL BOSQUE ENCANTADO

Un día, cuando fui de excursión con unos amigos al bosque, que estaba al lado de nuestras casas, nos perdimos. Estuvimos tres días perdidos. El primer día intentamos construir un refugio. Mientras estábamos montando el refugio nos cayó un par de gotas. Miramos al cielo pero comprobamos que hacía buen día. Uno de mis amigos dijo que el tiempo engañaba y que seguro que llovía. Después, el cielo se puso negro y todos pensamos que iba a llover. Cuando construimos el refugio no parecía que estuviésemos en el bosque, más bien, parecía el jardín de casa.

Por la noche hicimos una hoguera y estuvimos juntos viendo las estrellas. Al día siguiente, al amanecer, fuimos a dar un paseo por el bosque. Al atardecer, cuando volvimos al refugio, vimos una sombra. Nos acercamos y vimos una cría de oso. Por la noche parecía que el bosque nos protegía.

Estuvimos durmiendo junto al oso. Al día siguiente echamos un vistazo alrededor. Descubrimos un par de árboles frutales. Tenían manzanas, frambuesas y frutas silvestres.

De repente escuchamos un ruido. Era la madre del oso. No nos atacó. Nos rugió y se fue con la cría. La seguimos y nos llevó de vuelta a casa.

Siempre, a partir de ese día, íbamos al bosque y les dábamos de comer y jugábamos con la cría. El bosque era nuestra segunda casa. Los osos nos ayudaban y nosotros los protegíamos. A partir de entonces, ese bosque se convirtió en un espacio protegido y lo cuidamos como

Nuestra propia casa.

Enrique Carmona NaczK 2º C